Hojas de otoño
Ayer amparado en la soledad de mi mesa
vacia de recuerdos y horas ya idas
se me cruzó en un brindis lejano
la imagen inerte, de tu sombra ya fría
¡Oh Canto!
que no me dices cómo y cuando
me desperté con este aroma,
aroma de pan,
pan de barro !
Que hicimos un día allá lejos
en tu casa,
un día allá lejos
cantando!
con esa sonrisa,
que nunca olvidamos
Tu hijo nuevamente
descalzo vendrá
espiando por aquellas rendijas,
escapando a las heridas
y los recuerdos
de aquel viejo anochecer
Cantaremos ya sin cantores
la canción que heredamos
renaciendo la flor,
desde la húmeda semilla
brotando en cada grito callejero
Y te aseguro
¡Oh estampa maciza!
figura siniestra,
que bailaremos en el mar
de nuestros muertos
Pan y vino!
de tu huerto sembrado,
brindaremos por dos amores,
esencias de besos robados
que en algún lugar
el olvido, ha enterrado
Juntos cantando,
regando en esa flor
la esperanza,
celebraremos la nueva fruta
que viene a nuestra mesa
Tú, te fuiste en busca de la patria
Yo… yo en busca de mi verso
en aquel abrazo que me diste
no se! si marchaste o llegaste
Te enredaste en mi carne
]te nombré mi hermano!
En los ojos; gravitando
una lágrima ! !
No se!
si son los tuyos o los mios,
Pero en el silencio de este brindis
han vuelto otra vez a mi mesa.
José Miguel, Carlos o René
Victor o Manuel, Pablo o Salvador,
hijo del Cacique;
Tu nombre no importa.
hermano, amigo
recuerdos del pasado,
hoy aquí con ustedes
en estos versos ...
te volvemos a recordar.
S.R.