La final más tórrida
Diez años han pasado de aquel tórrido día sevillano en el que el Celta perdió su tercera final de la Copa del Rey, la que parecía más fácil de llevarse a casa. Aunque enfrente se encontraba de nuevo el Zaragoza, esa vez parecía imposible que se le escapase el título a un equipo con Mostovoi, Karpin, Gustavo López, Cáceres, Berrizo, Cavallero, Juanfran, Velasco, Catanha, Giovanella... Pero por tercera ocasión, el celtismo tuvo que regresar a casa roto por el disgusto de haber desperdiciado una gran ocasión para disfrutar de un gran éxito.
Para celebrar aquel 30 de junio de 2001, Vigo protagonizó uno de los mayores desplazamientos humanos de su historia: alrededor de 23.000 celtistas viajaron a la capital andaluza en los más variados medios de locomoción para acompañar a su equipo en su tercera final de la historia. Las dos anteriores –de 1948 y de 1994– las había perdido ante el Sevilla y el Zaragoza. Esta vez tocaba ganarla, pues el conjunto celeste llevaba años asombrando a la Europa futbolística, y Balaídos se había convertido en un estadio maldito para varios excampeones continentales.
El rival, en esa ocasión, llegaba muy tocado anímicamente, pues había estado a punto de descender a Segunda División. Su plantilla tampoco asustaba a nadie, con futbolistas como Laínez, Pablo, Aguado, Paco, Gurenko, Rebosio, Acuña, José Ignacio, Juanele, Jamelli y Vellisca.
La bella ciudad andaluza había preparado el espléndido estadio de La Cartuja para la gran cita. Los cuarenta grados de calor fue uno de los condimentos que aderezaron una jornada que comenzó como soñaba el celtismo: gol de Mostovoi a los cuatro minutos de partido.
Pero fue un espejismo, porque el equipo de Víctor Fernández se derritió con la presión y los nervios. Antes del descanso, Aguado y Jamelli voltearon el marcador, que redondeó Yordi en el último minuto.
Una noche de desolación y frustración vivió la afición del Celta. Más duro resultó el regreso de la caravana de autobuses y automóviles que inundaron la autopista que atraviesa Portugal de norte a sur.
Una década después, quedan las muchas anécdotas vividas en una jornada nefasta para el equipo celeste, al que el fútbol le debe un título. Parecía que iba a ser la Copa del Rey de 2001, pero el Zaragoza volvió a estropear la fiesta al celtismo, deseoso de vivir otra jornada inolvidable como aquella de Sevilla.
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