Siempre lleva consigo un asiento. Por si acaso. Y ayer tuvo que echar mano de esa herramienta para meterse en el Sauber. Otra vez. Pedro de la Rosa, como un caballero que es, siente la forma, pero está entusiasmado ante esta nueva oportunidad.
El barcelonés cuenta así cómo se tuvo que poner a los mandos del monoplaza: "Estaba terminando de comer y a diez minutos para que comenzara el entrenamiento me han dicho que me subiera al coche. Entonces ha empezado una carrera bestial. He ido corriendo a McLaren a por mis utensilios, he cogido el casco, el mono, y luego, al meterme en el coche, han tratado de adaptar mi asiento. También han intentado mover los pedales para ponerlos a mi gusto pero no han podido, y han modificado los auriculares para mi oreja".
Pedro tenía una advertencia de Sauber por si la posibilidad se producía, pero en principio era remota, aunque Pérez ya se mareó al intentar levantarse de la cama en el hospital de Mónaco. Pedro pudo rodar durante 22 minutos y completó sólo 14 vueltas al trazado a causa de los accidentes de D'Ambrosio y Kobayashi. ¿Cómo fueron esos primeros momentos? "Les he dicho a los ingenieros que no me dijeran nada, que en primer lugar iba a tratar de limitarme a conducir. Tengo mucho que aprender, cómo van los botones para que activarlos me salga de forma natural. Me sabe muy mal por Sergio, pero esto es un regalo que me ha caído y voy a disfrutarlo al máximo", explica el catalán.
Hoy, una nueva ocasión de demostrar lo que vale en la escudería que se desprendió de él siete carreras antes del final de la pasada temporada.
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