Este relato en prosa está basado en una poesía de Antonio Machado.
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Es una tarde plomiza y heladora de invierno; los escolares se instruyen. Monotonía de lluvia detrás de los vidrios de los ventanales. Es la hora de la clase.
En un cartel de la despintada e incolora pared se representa a Caín, evadido, y exánime a sus pies su hermano Abel, junto a una mancha de matiz carmesí. Con voz de timbre sordo y petulante resuena el maestro, un octogenario mal vestido, descarnado y áspero, que porta un libro en la mano. Y todo un orfeón pueril va entonando incesantemente y de modo acompasado la lección: “Mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón…”
Es una tarde plomiza y heladora de invierno; los escolares se instruyen. Monotonía de lluvia detrás de los vidrios de los ventanales. Es la hora de la clase.