Ferrari ha decidido que pasa de cordero a lobo el año que viene en Fórmula 1. No les queda otra después de llevar dos o tres años arrancando el campeonato a rebufo del resto (Brawn en 2009 y Red Bull en 2010-11) y sufriendo para remontar. Se ha terminado el ser conservadores en el diseño y el equipo cambia el chip de forma radical. Lo reconocía en Nurburgring el nuevo jefe de diseño de la escuderia, Nikolas Tombazis.
Poco amigo de los grandes titulares, pero muy bien considerado en Ferrari, Tombazis asegura sin cortarse que “el coche de 2012 es lo importante, poco nos importa ahora el cambio de reglamento de 2014. Sí que puedo decir que nuestras ideas son mucho más agresivas, frescas, y tienen que serlo para pelear con el resto por el título desde la primera carrera”. Ferrari ya trabaja a fondo en ese coche y por eso, mejorar el de este año es necesario, porque buena parte de lo que se monte en el 150 Italia es válido el año que viene en el que el reglamento se mantiene mayormente estable.
“No se puede empezar el coche de 2012 desde un papel en blanco, nadie lo hace y no es necesario, pero sí que vamos a arriesgar mucho más. Que las nuevas piezas estén funcionando, que hayamos ganado bastante de la carga aerodinámica que no teníamos antes, nos pone en el buen camino para el año que viene, pero seguiremos preparando mejoras para este año, sobre todo en el alerón trasero, que tiene un gran margen de mejora, y el delantero”.
La duda es si es necesario invertir tiempo y dinero en cosas que estarán prohibidas la temporada que viene como los difusores soplados. Y Tombazis dice que sí, porque Ferrari quiere más victorias este año, valgan o no para ser campeones del mundo.
Fuera de lo deportivo, la mayor marejada estos días en Alemania la está protagonizando, para variar, Bernie Ecclestone, acusado de soborno en el país teutón para que el banco Bayerische Landesbank, que había heredado los derechos de la F1, eligiera a CVC como destinatario final, empresa vinculada al Ecclestone. El patrón de la F1 ha reconocido que le pagó más de 30 millones de euros al ejecutivo del banco encargado de aquella decisión, Gerhard Gribkowsky, pero que lo hizo bajo amenaza, y también reconoce que recibió él mismo una comisión del banco –en algunos foros se habla de 25 millones-, pero que es perfectamente legal y que debería haber cobrado más, aunque “nunca he sobornado a nadie”. Hay cosas que se escapan de la comprensión de los mortales asalariados
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