primer vencedor es el Barça. El segundo, el fútbol. El equipo de Guardiola levanta su cuarta Champions, instalado definitivamente en la cultura de la victoria, ese lugar donde tanto tiempo habitó el Madrid. La grandeza, sin embargo, no está en las líneas del currículo, sino en la forma de escribirlas, en la fidelidad a una idea, en lo seguro que el Barça se siente de sí mismo. La combinación de ese estado mental con su ambición y la calidad de sus futbolistas, lo convierten en una de las mejores obras de la historia del fútbol, sino la mejor.
Ferguson mandó a sus jugadores lo mismo que hizo el Madrid en la Copa: presionar de forma asfixiante la salida de balón azulgrana. Lejos de colapsar a los azulgrana, de sacarlos del partido como sí consiguió durante media parte el equipo blanco, éstos se limitaron a soportar el arranque sin perder la posición, sin desesperarse, a la espera de superar esas dos líneas de presión, de ganar el centro del campo y acelerar. Cuando lo consiguieron, su dominio fue apabullante, impropio del duelo que proponía el cartel. Sólo el tanto de Rooney, observado finalmente como una jugada aislada dentro de un monólogo, retrasó el desenlace.
El Barcelona fue mejor en todo frente a un Manchester que nunca tuvo demasiado claro cómo jugar. Ferguson empezó desesperado y acabó desbordado, como sus futbolistas. Ni la salida de Paul Scholes, un centrocampista excepcional en el ocaso, ni la segunda juventud de Giggs hicieron al Manchester reencontrarse con sus mejores momentos. El club inglés domina la 'Premier', no duda de su modelo, pero está muy lejos del Barça, como reconoció el técnico escocés, porque es el equipo de Guardiola quien está aún más lejos de todos los demás.
El trayecto hacia esa cultura de la victoria lo personifican mejor que nadie Puyol, Xavi e Iniesta: Viena 2008, Roma 2009, Johanesburgo 2010 y Londres 2011. Dos Champions, una Eurocopa y un Mundial, además de la calderilla, tres Ligas y otros torneos, con perdón. Los tres, más Messi y Valdés, suman tres Champions, al nivel de Beckenbauer, de Cruyff o Raúl. Nada menos.
La contribución del Barcelona al fútbol español, en general, es indiscutible, y por ello son muchos hoy los profesionales del fútbol en este país que siente en la obra algo suyo, que comparten esta Champions y otros títulos. Así debería ser también para buena parte de los aficionados, porque la fuerza de su mensaje trasciende los colores y los bandos. Es universal.