Intentar ganar un partido en 20 minutos es más complicado que hacerlo en 40. Obvio, aunque quizás no tanto. El Real Madrid se quedó en casa un ratito más y llegó a la Caja Mágica justo en el descanso, cuando sus sombras habían dejado el marcador en un humillante 25-44 a favor del Bizkaia Bilbao Basket y a los parroquianos con un enfado mucho mayor que el día de la derrota ante el Montepaschi Siena. Los jugadores de verdad lo intentaron, incluso jalearon a la grada con un parcial de 16-2 que volteó por completo el choque pero no consiguieron sumar la victoria, con lo que los hombres de negro se llevaron de Madrid el factor cancha (66-71) y, en mayor medida, un golpe moral que puede pesar en los dos encuentros de Bilbao. [Narración]
Empiezan a ser recurrentes las lagunas mentales del Real Madrid. Eso por decirlo de una forma elegante, porque lo cierto es que por mucho que gritase Lele Molin o por mucho que se le subiera la sangre a la cabeza, los suyos simplemente no estaban. Tenían la cabeza en otro sitio y no se daban por enterados de lo importante que puede ser el resultado. Ni siquiera cuando todos sus aficionados, los que les siguen al barrio de San Fermín pese a su disgusto por la Caja Mágica, les gritaron, chillaron y, sobre todo, pitaron. Su implicación merecía muchos calificativos, aunque la mejor forma de ilustrarla es esa imagen.
Ni defensa ni ataque y, si bien es cierto que nadie se esperaba al equipo vizcaíno en estas semifinales, los de Fotis Katsikaris no han venido de paseo. Vale, ya han hecho historia y pase lo que pase se van a ir muy satisfechos de vacaciones, pero si tienen una mínima oportunidad de llegar a la final de ACB no la van a desaprovechar. Así que vieron la empanada del teórico favorito y se dieron cuenta de la oportunidad que tenían ante sí. Un festín y pantagruélico para más datos. Además, lo hicieron dándole a los blancos donde se supone que tienen mayor ventaja. En la pintura.
De los 19 primeros puntos del BBB, 14 llegaron desde la pintura. 20 de los primeros 29. Ni Ante Tomic, ni Felipe Reyes, ni D'or Fischer, ni Nikola Mirotic. Ninguno de los hombres interiores del Real Madrid se enteraba de nada y de los exteriores mejor ni hablar. El único, Sergio Llull. Como de costumbre. El menorquín atraviesa un estado de forma memorable y a él se agarra su equipo como un clavo ardiendo. De sus manos salieron los primeros arreones blancos, pero el de Mahón no puede con todo un equipo. Cuando las pérdidas se multiplicaron, a los puntos en la zona se unieron las carreras de Mumbrú, Blums, Vasileiadis, Jackson... Lo dicho, un festín que terminó con el bocinazo del descanso y un humillante 25-44 en el marcador.
No se sabe hasta dónde llegaron los gritos, pero se intuye que lejos y alto, sobre todo muy alto. La cuestión es que el Real Madrid hizo acto de presencia en la segunda mitad. Tocados en su orgullo (no era para menos), el conjunto blanco sufrió una transmutación y apareció cual Ave Fénix en la Caja Mágica. Defensa, defensa y más defensa. Carreras, carreras y más carreras. Lo que viene siendo su auténtica identidad. Parcial de 16-2 y partido nuevo a pesar de que la remontada no se culminó hasta el 59-58 del minuto 35 después de que los bilbaínos no anotasen durante los seis primeros minutos del tercer parcial.
Lanzados hacia la victoria, con el partido volteado y la Caja Mágica cambiando pitos por gritos de ánimo cabían dos posibilidades: 1) Que el Real Madrid no perdiese la dinámica y terminase por arrasar a un rival empequeñecido ante tamaña hazaña y 2) que el BBB se creyerá que a pesar de perder 19 puntos de renta, con el marcador aún en puño, seguí teniendo opciones de victoria y se aprovechase de que los de Molin pensasen que todo había terminado con la remontada pese a los cinco minutos que restaban en el reloj. En realidad, lo acontecido fue una mezcla de ambas, pues ni el Madrid se lo creyó ni el BBB se dejó llevar. Empezó el partido de verdad.
A cara de perro, con más errores que aciertos y con el corazón puesto en cada jugada, el Madrid no consiguió doblegar la moral bilbaína y los de Fotis Katsikaris no pudieron terminar de frenar el empuje de los blancos. Sólo una vez tuvo el Madrid la oportunidad de poner fin al partido. Solo, en la esquina, como a él le gusta y con 12.3 segundos para el final. Nikola Mirotic, llamado a las gestas del futuro y protagonista de algunas presentes lanzó el triple. Se quedó corto y el partido, vivo. Lo justo para que los vascos pudiera entrar en la guerra de personales y tiros libres para que el segundo punto de la eliminatoria fuese suyo. Un punto que no hace más que igualar el conseguido por el Madrid en el primer encuentro pero que en realidad arrebata el factor cancha a los madrileños y concede al conjunto vizcaíno la posibilidad de matar la serie ante su público.
Ficha técnica
66 - Real Madrid (14+11+20+21): Prigioni (6), Llull (20), Carlos Suárez (7), Reyes (5) y Tomic (10) -quinteto inicial- Fischer ( 4), Tucker (6), Sergio Rodríguez (1), Mirotic (5) y Begic (2).
71 - Bilbao Bizkaia (19+25+6+21): Jackson (13), Blums (3), Mumbrú (13), Mavroeidis (6), Hervelle (
-quinteto inicial- Banic (10), Vasileiadis (11), Vázquez (0), Warren (2) y Fisher (5).Árbitros: Martín Bertrán, Perea y Cortés.
Incidencias: Segundo partido de las semifinales de la Liga ACB. Caja Mágica de Madrid. Más de tres cuartos de entrada, casi lleno: 7.821 espectadores. El tercer encuentro se disputará el martes en Bilbao.
